Bandera blanca. Ondeando desde mi trinchera, humildad.
¿Las explosiones se detuvieron? .
El pánico durante mucho tiempo se convirtió en mi constante compañía, el que con su cálido pero sofocante abrazo me iba ahogando poco a poco. Como tierra en la boca, secando mi interior, incendiando mis entrañas. En algún punto me sentí acorralada, como un felino herido, atacando, aterrado, mostrando garras y dientes, incapaz de correr, incapaz de enfrentar.
Hoy me siento más ligera, más en paz, hoy pedir perdón libera, limpia.
Me encuentro con los pies dentro de la arena, pensando en las posibilidades . Creo que ya no me siento fracturada, o por lo menos no tanto, la verdad libera, y la verdad es simple, la verdad es que estaba rota, contenida, insegura, asustada. Las palabras han comenzado a salir como espuma de mar a media noche; incontrolables, refrescantes, burbujeantes, brutales, terribles y hermosas.